¿Se puede entender la renta básica incondicional (RBI) no sólo como un derecho humano sino también mercantil?
Siempre he entendido la riqueza como resultado del trabajo humano, sea este creativo o físico, pero últimamente mis reflexiones me están llevando por nuevos caminos y quería compartirlos con vosotros ya que creo esbozan un nuevo argumento a favor de la RBI o, por lo menos, uno poco escuchado.
Para empezar me gustaría que evocarais esa imagen del amanecer de los tiempos (2001: Odisea del espacio) en que por primera vez un simio coge un hueso y a la sombra de un misterioso monolito lo utiliza como herramienta, y cómo de ahí a la carrera espacial solo hay un continuum simbolizado por ese hueso girando y convirtiéndose en una sofisticada nave. Más allá de la poética de las imágenes, la idea que se desprende de ellas es la de como la humanidad nace y es, desde, y por la tecnología.
Siempre que pensamos en la tecnología evocamos ordenadores o naves espaciales, pero prácticamente todo en nosotros lo es, desde el lenguaje y las palabras que uso para escribir este texto, hasta el ordenador en el que lo escribo, pasando por los cristales que permite que entre luz por mis ventanas o el suelo que me sostiene.
Hasta aquí todo muy obvio, pero, ¿qué tiene que ver eso con la RBI? Ya vamos llegando.
He empezado el texto hablando de como siempre había entendido el trabajo humano como único creador de riqueza, pero en base a lo dicho anteriormente mi parecer ha cambiado. La creación de riqueza se da a través de la tecnología. Se genera cuando se crea y se genera cuando alguien la activa con su trabajo. Cuando alguien aporrea con un pico el suelo durante ocho horas está activando una tecnología de la misma manera que el que maneja una súper excavadora. Cuando más evolucionada es una tecnología más riqueza se crea al activarla.
Cuando alguien inventa o descubre una nueva tecnología se enriquece gracias a eso un determinado tiempo como recompensa por esa innovación, pero luego esta pasa al dominio público con toda la lógica, ya que ninguna innovación sería posible sin todas las anteriores. De eso deducimos que más allá del último invento el conocimiento de la sociedad pertenece a la sociedad.
Este conocimiento está permitiendo una productividad sin precedentes en la historia, sin embargo los créditos de ese conocimiento fluyen solo en dirección a unos pocos. Para que nos entendamos, nosotros como humanos, cada uno, hemos heredado un patrimonio valiosísimo que unos pocos están utilizando para enriquecerse sin pagar nada a cambio.
Creo que es mi derecho como humano cobrar una renta por la cesión de mis conocimientos, mi patrimonio, a los que lo usan para enriquecerse, de la misma manera que si hubiera heredado una casa, o los derechos sobre la imagen de Mickey Mouse, estaría cobrando también por ello.
Todos somos propietarios de un patrimonio mucho más valioso que cualquier casa o cualquier fábrica, el conocimiento, y es de justicia y lógica que los créditos de ese patrimonio sean repartidos entre sus propietarios por igual. Dicho de otra manera una parte de la riqueza que crea una sociedad debe ser repartida por igual a cada miembro de ella, no solo por justicia o igualdad, no solo porque la vida deba ser el primero y más sagrado de los derechos humanos, si no porque me toca desde un punto meramente mercantil y capitalista, por que es mío.
Vicens Jordana
21 de septiembre de 2014