Y vio Dios que la obra hecha era buena, y pensó en descansar, pero no pudo. Vió como Eva se revolcaba desnuda sobre la hierva, vió como se tocaba, vió como su cuerpo se doblaba a punto de partirse de placer, estuvo así hasta que en una explosión orgásmica se derrumbó como muerta sobre el pasto. Mientras todo su ser se relajaba galopando a lomos de su pecho desbocado, sus manos se estiraron hasta dar por casualidad con una manzana que acababa de caer del árbol. Ella se incorporó y sin quererlo, porque ella cuando miro al cielo solo vio azul y nubes, le miró a Dios a los ojos, y con los dedos todavía brillantes de placer mordió la manzana justo cuando Adán llegaba del bosque. Dios vio esos dedos brillantes junto a esos labios rosados y carnosos y quiso besarlos, pero no tenía labios; quiso acariciarle la piel pero no tenía manos, quiso hacerle el amor pero no… Y miró Adán, como ella le besaba y él le acariciaba la cintura, luego ella le ofreció manzana y él…de sus manos la mordió y le relamió esos dedos brillantes. Y Dios no pudo aguantar más y estalló en mil tormentas y todo lo hermoso se tornó viento y ruido, una voz sonó de entre las cosas, ¡CÓMO OSAIS!, dijo muerto de envidia, y los hechó del paraíso, y a partir de ese día tuvieron que ir vestidos, y su vida fue un camino de espinas, incluso sin saber porqué sintieron vergüenza de algo tan natural como el sexo.
Ellos siempre pensaron que la culpa fue de la manzana.
Vices Jordana